miércoles, 11 de marzo de 2015

"The Clocks", de "Hugo" / "Waltz", de "Frances Ha" / "Waltz", de "A Single Man"

Es la música que, cuando la interpreta nuestra musa, desde allá
desde su universo azul, nos envuelve con sus notas y nos describe
la escena que habíamos imaginado desde nuestra fantasía.
"La música es pasión, amor y nostalgia".
(Richard Wagner)
   
"Dame una sinfonía de sonidos y yo buscaré su armonía, para contener la pasión que me turba el alma, para amar la desesperanza de la vida y para confortarme en la nostalgia"
(Rusty Andecor)
                            
Y dijo Oscar Wilde "El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos". Supongo que por eso es el llanto el que se consuela en la música y son los recuerdos los que hacen aún más hermosa la música.

Y son los sueños, los que escenifican esa ilusión que bulle en nuestra imaginación, los que hacen que la música que los envuelve sea tan hermosa.

  
  
"La dama del vestido azul" se cubre con su sombrilla
para protegerse del desencanto que el mundo le ha
mostrado y busca la luz en el azul de ese horizonte
para ser de nuevo en la niña del vestido blanco.
Nuevamente y como continuación al post anterior, es el "volumen 13" de "La música más hermosa del mundo", el que relataba, figuradamente, "La niña del vestido blanco", el cuento que parece describir la ilusión de una niña que sólo busca hacer realidad su deseo y transformarse en la dama del vestido azul, el que pone fin a esta parte de la crónica literario-musical. "La niña", que ya es "la dama", que ante el engaño y confusión de verse en su nueva vida quiere dejar estar envuelta en tul y volver a convertirse en niña, con su vestido blanco.

El volumen 13 se abría con un tema que ponía fondo al final del film "The Illusionist", un cuento de animación que dirigía el cineasta francés Sylvain Chomet y cuya banda sonora también fue compuesta por él. Se trata del título “Illusionist Finale”, del mismo Sylvain Chomet y con el que finaliza la película. (Clic en éste y en todos los títulos del resto de los temas)

Hay un momento en la nueva vida de "la dama" en que
es ella misma la que coge la varita que tal vez le dio
su viejo mago, para recuperar su vida anterior, la
de la niña vestida de blanco y de la ilusión de un
mundo mejor. Es la magia que le enseñó su amigo
el mago, la que invoca para volver a sus sueños.
El cuento había terminado.  "La niña del vestido blanco" se había dormido y el viejo mago había conseguido hacer su último truco: se había desvanecido, allá en su universo más cercano, el de sus “escenarios”. Ahora sólo quedaba el sueño. La niña soñaba con el cuento que el duende le había contado, el mismo que conocía ya de su viejo mago. Pero él también soñaba, y seguía obsesionado con sus trucos, especialmente con aquel con el que trató de hacer volver a la dama del vestido azul, después de hacer desaparecer a la niña y convertirla en ella, en “su dama soñada”. El tema final de “The illusionist. Final”, recorre la vida del mago y la que aparece en su “visor de antigüedades”, desde las escenas de sus viejas y desvaídas “fotografías”. Pero también nos hace ver otro bello escenario, la de la fascinación de “la niña” admirando los trucos de su mago, cuando hacía sus juegos con la chistera, con el toque de su varita mágica. Las secuencias van transcurriendo, pero desde todos los ángulos de la vida del mago y de la vida de la niña convertida ya en dama. Las escenas se van sucediendo cada vez más lentamente; hasta que parece que ambos personajes se duermen también dentro del sueño. 

Isabelle y Hugo viven en "su cuento" la magia de su fantástica
aventura, como los personajes de "mi cuento" viven también
las "escenas de mi película". Todo vale en los cuentos.
El tercer tema del volumen es "The Clocks”, compuesto por Howard Shore, para la BSO “Hugo”, describe minuciosamente el perfil psicológico del personaje de este film. Hugo, el niño huérfano que vive entre las paredes de una estación de París, por donde circulan miles de personas al día, que debe robar para comer, que no tiene ningún amigo, solo su inocente imaginación, hasta que conoce a Isabelle, quien parece entenderlo y le ayuda, con quien vivirá una inolvidable aventura. De alguna forma se produce una analogía con el tema de mi “álbum”, desde el primero hasta el último volumen, ya que también hay un personaje, que al final termina siendo un viejo mago“huérfano” de amigos que le entiendan, que “vive entre las paredes de su imaginación” y que conoce a una dama que “parece entenderlo y que le ayuda”, como hace Isabelle, y con la que también vive una “inolvidable aventura”, en este caso, más ensoñadora que real.

Un inmenso reloj que, no solo marca "el paso del tiempo" de las
escenas que se suceden en la fantasía de nuestra vida, sino que,
a veces, nos salva, como a Hugo, de nuestro peor adversario,
aquel que está empeñado en detener el tiempo para que vivamos
la más temida de las pesadillas. Es nuestra "cómplice" y amiga,
la que nos entrega en ese crítico momento la llave mágica para
mover las agujas del reloj y hacer que su tiempo nos favorezca.
En la película, la magia inunda el relato con sus prodigiosas imágenes y la imaginación enriquece aún más el espectáculo, como en “mi película”, en la que también he querido añadir mi propia magia y mi derroche de imaginación. No ha sido casualidad la exhibición de esa fantasía de París, tan bellamente filmada en el film, la que he querido elegir para ilustrar “las escenas de mi película”, porque también en ella he representado con el pincel de mi imaginación los dibujos, colores y la música de ese París de mis sueños. Al fin y al cabo, “todo vale” en los cuentos; “Hugo” es un cuento y mi “Álbum” también lo es. En cuanto a la música, el tema “The Clocks” reúne todos los ingredientes de la fantasía descrita, con su particular marco parisino “endulzado” con el acordeón, primero con un indispensable vals y luego con una música más nostálgica. “Los relojes” que aparecen en el film mientras se reproduce la música son los mismos que podríamos imaginar cuando comprobamos ese “paso del tiempo” al que tanto se refería el autor de este “álbum-cuento” mientras ha hecho suceder las escenas de todos sus relatos.

Es una escena rescatada de ese "visor
de antigüedades". La niña del vestido
blanco en su baile de presentación.
Hay un tema, también en este álbum, titulado “Negresco´s Waltz”, compuesto por Georges Delerue, que pertenece a la BSO “Frances Ha”, y que me he permitido subtitular como “El vals de la niña del vestido blanco”. Y es que, en el momento en que recreé mi historia era el que mejor definía la candidez e ingenuidad de la niña en su baile de presentación en el escenario que muestra el “visor de antigüedades”. La fantasía del vals, en una interpretación suave, delicada, algo tímida en su medida y en sus compases, casi vaporosa, y para los que podemos penetrar en los secretos del mensaje del cuento, representa también la metamorfosis de la niña del vestido blanco en la dama del vestido azul. De todas formas siempre hay, en cada volumen del álbum, un vals que define ese candor que desprende ese eterno personaje. Tal vez, muchas de las respuestas de este “cuento incompleto” están en ese mensaje mudo, pero de fluidez musical, que aparece en los dos primeros volúmenes de la obra. Y, tal vez, es la razón de aquellos temas del film “Mensaje en una botella”. 


Otros de los temas que describe otra parte del escenario de este álbum, y que dan color y música a este cuento "semi-oculto", son los titulados “George's Waltz I” "George´s Waltz II", compuestos por Abel Korzeniowski y perteneciente a la BSO “A Single Man”. Se trata de un vals triste, quizá muy triste, que define el estado del mago cuando comprueba que ha perdido a la niña del vestido blanco, después de haberla transformado en su vieja dama soñada, desvanecido ahora su rastro. El tema tiene dos partes; el primero tiene un movimiento elegante que envuelve la cuerda de la orquesta. El segundo es más lento, más íntimo, dominado por el violín. En esta parte, la melancolía que empapa la música parece describir, aún así, una tenue y tímida sonrisa; es uno de los pasajes de las notas del violín. De alguna forma y en este caso… he elegido el tema como “El vals del viejo mago”.

Es la imagen vaporosa y tenue, casi como una visión
onírica, de esa dama preocupada por regresar a ser
la niña del vestido blanco, embebida en su nostalgia
y perdida en los recuerdos de su viejo mago.
El sueño del viejo mago sigue visionando su escenario de ensoñaciones, porque en la profundidad de su fantasía se ilumina la esperanza que parecía perdida, entre los colores de la música y la poesía, y con la apariencia de una imagen íntima y conocida, la de una dama con su vestido blanco que, por medio de la magia de la ilusión, se va transformando en vestido azul. Esa es la escena del tema “Amelia - Theme, de Gabriel Yared, de la BSO “Amelia”.

Y ya, finalmente, de la BSO de "Becoming Jane" ("La joven Jane Austen"), el tema  “First Impressions”de Adrian Johnston . Es una música, de una delicadeza y exquisitez que solo la melodía que interpreta el violín, el piano y el resto de la orquesta puede crear, es el que describe “las primeras impresiones” del sentimiento de quienes se complacen en la cercanía de un deseado y apenas ya esperado reencuentro. El mago, mucho antes de este momento, cuando vislumbra la llegada de esa luz amada, siente una emoción en su sueño... “Me encuentro ahora fascinado, por un brillante destello que aún no se ha perdido, que aún no se ha apagado”.

A veces pienso en "esa dama", en el azul de su vestido, en el color de su ilusión. Siempre creo... es la esperanza, la que llevo siempre dentro, pero a veces... no la encuentro; sé que está en el corazón. Y por eso, recupero a aquella niña, la del vestido blanco, la que luce, deslumbrando; desde su virtud del alma, su inocencia y su candor. Y me quedo junto a ella, ensoñando, en la paz de mis recuerdos, escuchando aquella música, y mirando su destello, y abrazando su canción.

"El hada del violín", es también una aparición que surge en el sueño. Ella es la que acaricia el corazón y los sentimientos de los personajes del cuento.

Ángel González "Rusty Andecor".