viernes, 19 de agosto de 2016

Love Tomorrow / La edad de la inocencia / My Old Lady / Titanic / Anastasia / Un homme et une femme / 13 Jours en France / A Countess from Hong Kong / Hanover Street.

El teatro de nuestra imaginación, ese que aparece en esa dimensión
reservada solo a nuestras ilusiones, es el que fusiona con la magia
de la música la pintura de los recuerdos del pasado, las escenas
del presente y los recuerdos del futuro.
"Hay una música que nos trae recuerdos del pasado.
Y hay otra música que nos recrea el presente.
Pero también hay una música que nos lleva
a los recuerdos del futuro".

"Todo ello representa el teatro de nuestra imaginación
y sus escenas son las que buscamos
en esa dimensión reservada, solo a nuestra ilusiones".

"Los recuerdos del futuro son pinturas
que describen esas ilusiones,
con sus formas y colores.
El tema de su lienzo sale de la inspiración de nuestra alma ensoñadora.
Y la música que describe el cuadro es la que vemos en aquella imagen
que deseamos encontrar o recuperar
en el goce de nuestro mundo esperanzador"

La poesía de la música nos lleva, a veces, a soñar con la magia
de ese escenario de ilusión y fantasía. Es un escenario que solo
encontramos en la intimidad de nuestra secreta dimensión.
Estoy convencido que..  
  .
“La música es un canto idílico al paso del tiempo y a los recuerdos”,
  
Pero también tengo claro que...
  
“La música es un poema, a veces sinfónico, recreado para esos otros recuerdos que hemos querido sentir en ese escenario futuro y que aún añoramos vivir”.

(Rusty Andecor, autor de los cinco pensamientos)
  
(Dejadme que os diga, y para ello lo pongo entre paréntesis, para no contaminar mis palabras de la perversidad de la realidad, que la música, la literatura, la pintura y algo más de las artes y la cultura, es lo poco que nos queda de este mundo podrido por la mentira, la indecencia y otras bajezas del condicionamiento humano. Por eso y porque es una de las pocas cosas que me hace feliz, no quiero escribir ni dedicar mi tiempo de ocio a otra actividad que no sea esta que alimenta mi inspiración. Pero, al mismo tiempo, os invito a vosotros a que hagáis lo mismo dedicando más el tiempo a las artes nobles y a la cultura, que no a las intrigas y conspiraciones de ese siniestro mundo).

"La música más hermosa del mundo" es la que interpretó la musa de
mi inspiración a través de ese escenario fantástico que me ofreció el
paso del tiempo y desde los azules de mi cuento.
Así pues (aclarada ya la cuestión anterior), y una vez más, me vais a permitir que me enorgullezca de erigirme en paladín de la causa musical, pero de esa que yo llamo “la música más hermosa del mundo”, la que crearon –y siguen haciéndolo- los grandes maestros de “la música noble”: la clásica y la de las grandes composiciones para el cine.

También, y ya en el ámbito más próximo a mi visión particular de la música, recordar que todo ese contenido musical de mis “volúmenes”, esos que denomino así para clasificar las distintas partes en que he dividido mi obra, describe un mundo pletórico de recuerdos que “el paso del tiempo” ha enmarcado en la vida de este romántico ensoñador, “aprendiz de poeta”, unas veces, “imaginador de cuentos”, otras; por lo que él mismo terminó llamándose ”Rusty Andecor”, precisamente a causa de su significado en uno de sus relatos.

La música de "mi colección" tuvo una constante
renovación de despedida que, desde aquel ya
lejano primer volumen en que decía adiós a
alguno de los personajes del libreto, volvía a
producirse un reencuentro con la edición de un
nuevo álbum musical. Llegado el volumen 15,
el adiós parece ahora ya definitivo.
Por otra parte, siempre me ha gustado aclarar que cada volumen cerraba una parte de esa historia encubierta en la totalidad de mi “colección literario-musical”, tintada a veces con guiños de color azul. Sin embargo, y esto también necesita su aclaración, con cada nuevo volumen que yo editaba, volvía a hacer la referencia nostálgica de algunas de las escenas ya descritas anteriormente. Pues el flash-back solía aparecer, a veces, en las imágenes que decidía insertar; aunque la retrospectiva de otros momentos que aparecían, correspondiera o no al tiempo en que se sucedieron.

Lo cierto es que una de las característica de mi singular obra, “La música más hermosa del mundo”, ha sido la constante renovación de una despedida que he venido haciendo desde la ficción de “mi propio personaje” y para quienes yo imaginaba, no ya en el contexto de figurantes de mi libreto, sino entre aquellos a los que yo les venía escribiendo cada una de las partes de la obra. Y es que el primero de los volúmenes que llevaba el mensaje de ese “adiós” fue el que hacía el número 6, precisamente el que llevaba el título de “La despedida”, la que entonces, en diciembre de 2009 ofrecería, posiblemente, a alguno de los personajes que aparecían en mis libretos. En concreto, y ya en aquel álbum con la música con la que finalizaba la recopilación, era justo el tema de “Hanover Street” (del film “La calle del adiós”), pero en otra versión, con el que también había comenzado, en su primer volumen, el trabajo de esta colección musical. Y no fue casual, sino intencionadamente, editar la misma música con la que finalizo ahora el “Volumen 15”, aunque en su “versión extendida”.

El álbum 14 fue una evocación silenciosa a esas escenas
de mis recuerdos confusos. Iba eligiendo los temas según
llegaban desde mi mente perdida... en aquella musa de
mi inspiración que giraba y giraba a mi alrededor.
Hay que decir que, aparentemente, todos los volúmenes musicales que fui editando llevaban ese carácter nostálgico de despedida; era justamente una de mis señales o marcas con las que me gustaba impregnar el álbum. "El séptimo" fue ”el adiós a mis amigos con alma sensible”; mis amigos “históricos” y sentimentales; no los más lejanos en el tiempo, sino aquellos que me acompañaron en el trabajo durante muchos de mis últimos años. Pero los sucesivos recopilatorios también llevaban esa nota, melancólica a veces del final de una historia. El volumen 14, editado entre el 2014 y 2015, sirvió para hacer una evocación silenciosa a las escenas musicales que más calaron el alma de mi inspiración. No quise poner literatura en él, ni escribir libreto alguno para esa parte del álbum, ni siquiera llegué a referirme a la inspiración que me llegó con su música. Fue como un homenaje a la obra que había recopilado en su totalidad, y dejé el mensaje de su temario musical la imaginación de cada uno.

La inspiración del Volumen 15 fue llegando, pieza a pieza,
desde la anarquía de mi ensoñación, sin una relación de
orden escénico, ni en el libreto ni en la música, solo supe
que me dejé llevar por el hada que habitaba en mis
sueños, intercalando a veces fragmentos de música
extraídos de la intimidad de su mágico violín.
Sin embargo, el homenaje definitivo estaba en esta otra última parte; la del Volumen 15, la que mientras iba construyendo, pieza a pieza, ya la estaba llamando “La ensoñación”, aunque en su búsqueda, desde Spotify, las coleccionaba en un playlist que nombré "Música para un ilusionista de sueños". Quizá, finalmente, decidí que el título más acertado para este álbum fuera “Destellos de un sueño”. Sí; estaba seguro que ese iba a ser su título; un poco "cursi y empalagoso", como alguien definió mi obra una vez, aunque de forma cariñosa, pero era justo lo que quería. Tal vez, no hubiera un relato ordenado, ficticiamente construido entre las escenas descritas a lo largo de mi libreto musical, como tampoco lo hubo en la sucesión de los temas de cada playlist que compuso la obra. Cierto. Pero… quizá con este último y definitivo álbum, he querido revelar el mensaje que sugiero en cada tema musical, unas veces con el flash emotivo (el destello) que hace entrever mi propia fantasía, otras vislumbrando algunos de los colores que dan vida a mi imaginación. Después de todo, quizá solo son retazos de esos sueños que fui teniendo, e incluso atesorando, no solo a través del paso del tiempo, sino incluso en esa película, un poco surrealista, pero que yo suelo imaginarme en un escenario que evidentemente nunca llegaría, pero que visionada a través del teatro que representaba mi propia ilusión... sé que puedo guardar en los archivos de mi alma ensoñadora.

Incluso a veces podemos soñar, en blanco y negro, con esa escena
que deseamos vivir en un futuro cercano. Nos obstraemos del
entorno que nos envuelve y nos entregamos a esa fantasía, a
veces con pasión, y nos vemos inmersos en el destello del sueño.
Solía decir en mis anteriores crónicas que “la vida en una película llena de sueños”. Pues el que no sueña está muerto. Y nunca hemos de olvidar que los sueños no solo recrean la fantasía de los momentos que alguna vez deseamos vivir, aunque con un color distinto o más exótico. Porque… sabemos que hay otros sueños, aquellos que siempre hemos imaginado vivir un día en nuestro futuro cercano. Son escenas, casi siempre en forma de ráfagas o destellos y que ahora, si buscamos la inspiración, descubrimos en ese estado onírico que nos trae y nos sugiere la música del “Volumen 15”.

Hay escenas del pasado que se funden, mediante la magia de la
música, en los recuerdos de un escenario que imaginamos en un
futuro cercano. A veces está en el "Cinema Paradiso" de nuestro
"visor de antigüedades", otras en la ilusión de un encuentro que
celebramos en el teatro de nuestra imaginación.
En esta selección de 40 temas hay algunos que, desde luego y al menos para mí, describen casi “pictóricamente” los recuerdos de un escenario que solo está en ese futuro que imaginamos, en ese fantástico y feliz destino que a veces añoramos. Recuperamos, nuevamente, ese vídeo representativo de aquellos recuerdos evocados en los 7 primeros volúmenes de la obra y en los que se funden las escenas de los filmes que se muestran y el espíritu ensoñador del eterno personaje que busca el autor del libreto a través de ese álbum. Se trata de un tema de este "volumen 15" que ya se publicó en el post anterior: "Cinema Paradiso. Love Theme" (hacer clic), versionado por William Joseph y con las imágenes que yo edité para esta ocasión. Así pues, con una selección musical como la de este último playlist, pondremos audio y vídeo a la mitad de los temas en este post. Lo haremos a través de los enlaces con Youtube y que reseñaré para hacer clic en ellos. Y quedaré el resto de la música para la siguiente y nueva entrega.

Cartel comercial del film, con la representación de una
escena que nos lleva al "vals del ayer".
Empezamos con una partitura que evoca con su música esos recuerdos del futuro. Se trata de “Waltz for Yesterday”, de Kevin Pollard y que pertenece al drama romántico “Love Tomorrow” (Clic en el título), producción inglesa de 2013 dirigida por Christopher Payne y protagonizada por Cindy Jourdain y Arionel Vargas. Película que por cierto no parece haberse comercializado en nuestro país. Su melodía no es que sea capaz de describir ese difícil e incierto escenario venidero al que nos referimos en este post, pero sí consigue hacernos ver la fantasía que, estimulada por el mágico encanto de unas notas que interpreta el piano, nos lleva a descubrir –al menos a mi- ese destello que uno podría imaginarse en el cercano futuro. Incluso hay una escena en mi fantasía en la que veo al personaje que yo represento o a otro de los de mi libreto volando en el tiempo, hasta los recuerdos del pasado, y después a los del futuro. Curiosamente es el "vals del ayer", o para el ayer, pero no olvidemos que el ayer y el mañana se funden a veces en la imaginación.

Una apasionada escena del film con Michelle Pfeiffer, en la que vive
una patética historia de anhelos insatisfechos. 
Siguiendo más adelante, entre la selección que hice en este álbum, escuchamos otro tema, “Mrs. Mingott” (clic en el título), perteneciente a la BSO de “La edad de la inocencia” y compuesto por Elmer Bernstein. Otro drama romántico, esta vez producción norteamericana de 1993 dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Michelle Pfeiffer, Daniel Day-Lewis y Winona Ryder. Aunque el tema describe en el film un escenario distinto, su música también tiene el poder de transportarnos a esa clase de recuerdos que intentamos descubrir, ahora más que nunca, en un incierto, a veces inquietante, pero muy próximo futuro.

Es la escena de ese instante perdido que tantas veces hemos
deseado recuperar desde el pasado hasta ese futuro cercano.
En cuanto al tema “The Return”, de la BSO del film “My old lady” ("Mi casa en París"), de Mark Orton, es una música que, al menos para mí, consigue describirme ese instante perfecto del encuentro que uno siempre ha deseado, ese que está en la mente pero que nunca llega. Quizá es una escena que alguna vez hemos imaginado en "blanco y negro", en ese velador de un viejo café.  Sin embargo, la melodía también intenta representar esa sensación de sorpresa, incluso de disfrute, con la recuperación de un instante perdido, aunque nunca olvidado en nuestro mundo de ilusiones. Curiosamente la película, una simpática y deliciosa comedia, consigue sorprendernos con el encuentro de esos instantes que son los que dan la chispa a nuestra vida, nos cautivan y luego permanecen en el recuerdo.


Es la escena del encuentro de los dos personajes del film, en ese
maravilloso instante elegido en "el paso del tiempo" por los
caprichos del destino. Podría ser también ese reencuentro tan
esperado por... otros dos personajes de otra película o de un

viejo y olvidado cuento que desearan encontrarse. (Son dos
fotograma de la secuencia final de "My old lady")
El tema “Viager”, el que le sigue, de la misma banda sonora y autor, nos recrea aún más el gusto y la complacencia de ese momento y de su recuerdo en el futuro. Incluso, mucho más adelante, ya casi al final de la recopilación, el tema “Mattias and Chloe", perteneciente también a la música de “Mi casa en París”, nos lleva ya a ese instante más íntimo, quizá más amoroso, entre esos dos personajes que se reencuentran en ese mágico “paso del tiempo”. El breve fragmento que he extraído del film "My old lady" (clic en el título), nos sugiere ese reencuentro de "dos personajes" en ese instante final y en el que también podemos ver al fondo un “testigo” observando (es “my old lady”), puede que sea el destino, y ya justamente al final de la película. (Clic también en los títulos de los 3 temas). El film es una comedia romántica inglesa de 2014 dirigida por Israel Horovitz y protagonizada por Kevin Kline, Kristin Scott Thomas y Maggie Smith.

Por otra parte, he querido extraer la sugerencia de una música, desde algunos de los lugares más recónditos de los sueños (de ahí “los destellos de un sueño”), pues son los que pertenecen al argumento de esas escenas más íntimas y reservadas del autor de este libreto, eterno “espectador” de su guión y permanente personaje, aunque invisible, en el transcurso del relato “entrelineado” de la obra.

El grupo de cámara "I Salonisti", autor de la música para una parte
de la banda sonora Titanic y para su álbum "The Last Dance", con
motivo y celebrando un homenaje a película.
Es una música escrita para describir un especial clima de intimidad y ternura, y escenificada, además, con un formato muy apropiado para su contenido. Pues para su interpretación, nadie mejor que el grupo de cámara “I Salonisti”, aquel que consiguió la fama con su aparición en la película “Titanic”. Y nada mejor que algunas de las composiciones que la formación interpreta también para el film y de las que, para este motivo y ocasión, extraigo aquí de este último volumen. Recordemos "Titanic" como una superproducción norteamericana del 1997 que dirigió James Cameron y protagonizó Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, aunque de su banda sonora más conocida no vamos a referirnos en esta ocasión.

Dos escenas del mítico film representadas por la "Titanic Band"
(I Salonisti). La primera escena quizá coincide, por su ambiente
relajado y tranquilo, con el "Valse Septembre". En la segunda, se
ve el drama que ya comienza a vivirse, y podría coincidir con
el tema "Song of Autums". (Por cierto, 
"Nearer my Good to Thee")
Son los 3 temas que decidí escoger de esa banda sonora del mítico film, interpretados exclusivamente por I     Salonisti, aunque en la publicación de su grabación para la película aparecen como “Titanic Band”. La primera partitura es “Valse Septembre”y se trata de un vals que ambienta animadamente una escena ajena a los temores y terribles desenlaces que iban a suceder durante aquel crucero fatídico. “Song of Autumn es otra de las piezas musicales que nos lleva a uno de los momentos más dramáticos de la película, cercano ya al borde de la tragedia. Es un tema que une dos partes en la misma melodía; una, en forma de vals lento, nos describe nostálgicamente unos recuerdos en el pasado, la otra, con un aire más ligero, nos muestra el esplendor y la felicidad de aquellos recuerdos.


Es una imagen del quinteto "I Salonisti" en su papel de "Titanic Band"
posando en la cubierta del Titanic.
El tercer tema es el más festivo y gozoso. Se trata de "Wedding Dance" y es "La danza de la boda". Quizá lo hemos dejado para cerrar estas 3 partituras con el fin de conseguir desvanecer el tono triste y melancólico de los dos temas anteriores. Aún así, no me resisto a dejar un bis de este quinteto de cámara tan romántico con un tema muy conocido, que no se incluía en la banda sonora, ni está seleccionado en el "volumen 15". Se trata de la conocida pieza Intermezzo from “Cavalleria Rusticana”. Valga como un homenaje a "I Salonisti" y al género tan emotivo y sensible de esta música. (Clic en los 4 títulos).

Como tampoco me resisto a cerrar este pequeño homenaje que dedico a esa música de violín, la que se caracteriza por la exclusividad que sugiere su mensaje y la sutileza de su melodía. Así pues, he escogido a un virtuoso del violín, al creador de un estilo, tal vez controvertido y criticado por los puristas, pero con el mérito de haber conseguido que la genialidad de su música llegue al más profano. Se trata de Ara Malikian, interpretando una de sus últimas composiciones: “El vals de Kairo”

No es una escena de "Anastasia", ni la pareja está bailando ese vals.
Sin embargo, a un veterano cinéfilo no le será difícil identificar la
escena en otra película y cuya estampa también podría contener
parte del argumento de "una historia intensa y apasionada".
Continuando con el playlist de este "volumen 15", he encontrado también un vals que me lleva a ese “visor de antigüedades” cuya magia consigue extraer otra escena de una ficción que transcurrió en “el paso el tiempo”, quizá descrita en aquel lejano cuento de “la princesa y el campesino”, y quizá dibujada en alguna de esas estampas que aparecen en los sueños. Se trata de “Anastasia Waltz”, perteneciente al film “Anastasia”, de Alfred Newman, aunque bien podría haberse titulado “El vals de la princesa”. La película, una producción norteamericana del año 1956, fue dirigida por Anatole Litvak y protagonizada por Ingrid Bergman y Yul Brinner. En cuanto a la música, contiene todo el argumento de una historia intensa y apasionada, tal y como se deja entrever, a veces, a lo largo del libreto de esta obra musical.


Anouk Aimée, una de mis musas del cine, aunque quizá debido a "Un homme et
femme, acompañada arriba de Marcello Mastroiani ("La dolce vita"), debajo
de Pierre Barouch, con quien también apareció en "Un hombre y una mujer", y
con quién después se casaría. Fue éste el autor de la música de ese film y
colaborador del tema "13 Jours en France".
El tema que sigue a este vals de la banda sonora de Newman es el de “Anastasia theme”. Se trata de la misma música, pero en una sencilla versión e interpretada exclusivamente al piano, más nostálgica, más lejana en el recuerdo, quizá la que alguna vez consigo escuchar en uno de esos destellos de mis sueños, aunque envolviendo la imagen del rostro de aquella hermosa dama con su gesto nostálgico y en actitud distraída y ausente; alguien así como la que ilustra la dama que aparece en el vídeo de este tema. (Clic en los dos títulos, que son versiones  del mismo vals).

Y entre los recuerdos del pasado, puede que incluso de un futuro frustrado entonces, no podían faltar unos destellos del “sueño de París” tan festejado y evocado a lo largo de toda la obra. El título es “13 Jours en France” (clic en título), perteneciente a un trabajo del compositor de cine Francis Lai, en colaboración con Pierre Barouch para este tema. Pierrre Barouch, por cierto, autor de la partitura de la música de “Un homme et une femme” y de la canción “Plus fort que nous”"love theme" del film. Por si fueran pocas casualidades, Barouch se casó con Anouk Aimée, la protagonista de este clásico del cine. Y… por si fuera poco el tema de Francis Lai nos va a recordar mucho al de “Un hombre y una mujer”.

"13 Jours en France" es un tema que nos recuerda mucho a ese
inolvidable clásico de Claude Leloux "Un homme et une femme",
al que corresponde esta romántica escena, una de las secuencias
finales del film, y una de mis tomas preferidas; las de la pareja
Jean-Louis Trintignat y Anouk Aimée. Su música, como la del film
de referencia, es una de las que me evocan la clave y esa visión
tan ensoñadoramente parisina. (Clic en 
"Last scene" del film)
“Trece días en Francia”, puede que representen esas 13 referencias evocadoras a un guiño musical que nos ha llevado continuamente a aquel París luminoso de las imágenes a lo largo de mi blog, y puede que a aquel nostálgico marco nocturno de La Seine, siempre a través de un libreto con relatos deslavazados, quizá extravagantes, a veces casi “en clave”. Esas 13 referencias fueron los 13 volúmenes de "La música más hermosa del mundo", pues lo cierto es que los números 14 y 15 solo han llegado a ser una parte dedicada a la conclusión de la obra musical. "13 Jours en France” (clic) es la versión en la que el propio Francis Lai interpreta el órgano que protagoniza aquí la música, la que enlaza el recuerdo de un pasado con la ilusión de un futuro y, en definitiva, la que aparece como el atisbo de ese destello de un sueño.

La nostalgia de esos "destellos" que evocan el pasado están en ese
"personaje anónimo" sentado junto a un velador, ensimismado en
sus pensamientos, los de toda su larga vida, como también está en
la visión de ese parque, con sus sillas abandonadas y sus restos de
una lluvia de abril. (Fotos de Robert Doisneau y Toby Vandenack)
Volvemos ahora a la referencia inicial del título del álbum, el que sugiere la “ensoñación” del personaje que se auto-describe en los libretos de algunos de los volúmenes de la obra. Así, llegamos a un tema perteneciente al film “Monte Carlo”, del compositor Michael Giachinno, titulado “The seduction of Paris” (hacer clic en el título), de cuya banda sonora ya incluimos anteriormente otras piezas musicales, precisamente en el volumen 12. "La seducción de París" describe muy bien la nostalgia de esos "destellos de evocación del pasado", aunque quizá de un pasado que nunca sucedió y que tan solo ocurrió en la película de nuestros sueños. Digamos que, haciendo referencia al título del tema, es la seducción de nuestra propia imaginación.

La música de "The seduction of Paris" se va desvaneciendo, mientras
se desvanece todo cuanto alrededor nos envolvía en aquel cenador,
casi mágico, tan solo iluminado por el color amarillo de las luces
del lugar. Sin embargo, en ese difuminado también aparece una
visión que es como el "destello de un sueño" ; es la escena de la
terraza del "Plaisance Café" ("El café del placer"), que también
se desvanece mientras la música se va apagando.
Quizá también, la razón de incluir esta breve composición es la de facilitar introducirnos en un escenario ya descrito en otra ocasión, localizado en uno de los primeros volúmenes de la obra; precisamente aquel que llevaba el título de una extraordinaria y encantadora dama: “la Condesa de Hong Kong”. Así llamé a aquel "Volumen 4" y al libreto de su música. Pues a una parte de su banda sonora ya tuvimos ocasión de referirnos en este blog, entonces en dos publicaciones.

El escenario musical del que hacemos referencia, con la introducción del compositor Giachinno, es el que pone el argumento de tres de los temas pertenecientes al film "A Countess from Hong Kong". 


"La condesa duerme" es el título del tema. Quizá sueña. Como también
sueña aquella "dama vestida de blanco", protagonista de ese cuento
encubierto y que aparece a lo largo de esta obra literario-musical.
Pero antes de nada y volviendo a esa breve obertura de la pieza anterior, de la banda sonora de "Monte Carlo", observamos que su melodía se va desvaneciendo gradualmente, hasta que de pronto comenzamos a escuchar la música de Charlie Chaplin, con el primero de los temas de esta trilogía, y tenemos la impresión de que algo nos turba o nos aturde, como si nos llevara al embeleso y nos envolviera entre destellos de un sueño. Porque... es que de sueños va el tema y el mensaje que sugiere su título, pues se trata del vals: "The Countess sleeps" ("La condesa duerme"). Y es que “la condesa” también sueña.

Quizá fue el refugio de alguno de los personaje del libreto para esconderse,
desventurado de los desencantos de su vida, en ese solitario velador junto
al mar, o en esa antigua terraza de un café de París, ahora ya con ese
aspecto destartalado, en absoluta soledad, con su rancio blanco y negro.
Tal vez, su abandono llegó para volar hasta los confines de sus sueños,
como hizo "la condesa Natascha", o... "la princesa Iris", en ese vals.

(La primera imagen, cedida por cortesía de mi amigo Pedro Kiko)
¡La condesa de Hong Kong! Recordemos aquella dama que describíamos ya hace tiempo en uno de los primeros volúmenes, el que encabezaba la música del film “A Countess from Hong Kong”. Natascha, una chica de vida alegre y que decide cambiar su vida, se marcha lejos, escondiéndose de polizón en un barco. Su historia me llevó a compararla con la de otro personaje que entonces aparecía en mi imaginación, tal vez desde un “cuento de hadas” que un día me encontré, por casualidad, en los azules de la realidad. Aquella otra “natascha”, aunque yo en mi ficción la llamaba “Iris”, era también una mujer alegre, pero que había sufrido en el pasado y que, valiente y decidida, se dispone a luchar contra todo lo que le había causado la pena de su desventura. “Iris” se esconde de “polizón” en ese “camarote de su barco”, como su seguro refugio, para dejar atrás las adversidades de su pasado. Trata, así, de cambiar su vida, como Natascha, si no marchándose lejos, al menos, escondiéndose en su sonrisa y volando hasta los confines de sus sueños. Es el argumento que puso mi imaginación en este vals "The Countess sleeps", salpicado de diálogos que la melodía, con su elocuencia y su sugerencia musical, nos transmite, al compás de la feliz reanudación del baile.

"Waltz Natascha" y "My star tango Natascha" son dos temas cuya
música nos lleva al argumento del sueño, al reencuentro con la
ilusión y la esperanza, y sobre todo a la sensación cierta de que
los sueños se han convertido en realidad. (Fotogramas del film)
“Waltz Natascha”, el siguiente tema, también en el orden de selección del volumen, nos refresca la nostalgia del pasado recuperando los recuerdos más gratificantes de las escenas del “visor de antigüedades”. Natascha, al igual que Iris, vive ahora la intensidad de este vals, después de despertarse del sueño y percibe que la realidad ahora se parece bastante a su ensoñación. El vals contiene uno de los temas centrales de la música de la película. Con él he querido describir la esperanza y la ilusión que intentan poner los personajes que protagonizan el libreto.

“My star tango Natascha” es una partitura que combina de forma exquisita el inicio de la obertura del film, "love theme" de su banda sonora, con la romántica música de este tango. La película termina con esta pieza; pero también “la película” de la historia que yo pretendí plasmar en esta obra, casi de forma encubierta, acaba con esta magnífica composición de Chaplin.

Los mensajes de mi imaginación, unas veces se inspiran en esa música
que hace sonar, desde mi propio gabinete, el silencio de ese piano
Yamaha o esa guitarra Fender Stratocaster. O quizá, desde esa
fantasía que aparece en mis ensoñaciones (la imagen a la derecha).
No puedo evitar confesaros que me conmueve muy especialmente la intensidad visual del escenario musical, el que me sugiere en la imaginación el mensaje de ese tango, incluso desde esas primeras notas que interpreta el acordeón y al que le sigue la melodía del violín. Y… bueno; si a ello le añadimos la escena del baile que extraje del film en este vídeo (clic en "Last scene"), junto con el magistral acompañamiento de la cuerda, creo que hemos conseguido el final perfecto, el broche de oro, puede que festivo y feliz (me atrevería a decir) para la conclusión de esta “extraña” o, al menos, poco común obra literario-musical.

Alguien, allá muy lejos, hubiera leído en su álbum
decorado con "la música más hermosa del mundo"
el final apoteósico del volumen 15. Puede que la
casualidad del parecido de la imagen con Sophie,
su aspecto lánguido y distraído, con el café en su
terraza, nos lleve a la evocación del mensaje de
la "propina " de estos dos últimos "bises".
De la producción cinematográfica de Chaplin, y que protagonizó Sofía Loren y Marlon Brando, ya habíamos hablado en el post en que publiqué su "Love Theme", el que se comercializó como "This is my song". Sin embargo, destacamos ahora el autor de la interpretación de la música de esta banda sonora, que no es precisamente la misma que comercialmente aparecía después como "soundtrack" del film, la que interpretaba la prestigiosa "City of Prague Philarmonic Orchestra" y que dirigía Carl Davis. Pues la totalidad de la música, que por cierto compuso íntegramente Charlie Chaplin, estuvo a cargo, tanto los arreglos orquestales como la dirección, de Lambert Williamson, cuya orquesta ya realizó numerosos trabajos para el cine entre la década de los 40 y los 50.

Lo cierto es que el volumen 15 ya había terminado con ese “Tango de Natasha” (que además ya se había incluido en el volumen 14); incluso manifestando ese momento de conclusión solemne y emotiva, casi de apoteosis final. Sin embargo, en la versión “extendida” y completa del álbum, mientras editaba mi trabajo de búsqueda y selección, ya había decidido incluir dos temas, a modo de bises, como una "propina", como en los conciertos de verdad, porque creo que tienen una significación más allá del contexto de la evocación de este último volumen.

Aquel infortunado personaje de mi libreto se refugiaba
en algún lugar en donde podía sentir esa sensación de
que el mundo puede ser maravilloso y en donde podía
encontrar unas flores, quizá dejadas allípara ella,
con el café de su invisible o/e imaginado visitante.

Mientras... quizá era esa lectura de lo que no pudiera
perturbar su paz y su esperanza, lo que ocupaba su
vida en aquellos momentos que le parecían felices.
El primero de los dos temas representa la significación de aquel eterno icono musical que nos devuelve la confianza en la bondad del mundo. Puede que sea un tópico más, pero es un argumento universal, un recuerdo que nunca deberíamos olvidar: el de que “el mundo es maravilloso”, o al menos eso es lo que queremos ver en nuestra ilusión. Sin embargo, la música del tema "What a Wonderful World" no es la original de la banda sonora de aquel film al que ya nos referimos en el post de otro volumen (recordemos la versión haciendo clic en el título), ni siquiera la de una versión orquestal conocida. He buscado intencionadamente una interpretación más simple y anónima, en un contexto muy próximo a aquel personaje que una vez quizá existió al margen de los anales del libreto de la obra. Aquel personaje se llamaba Sophie, quien aún en el transcurso de su larga y triste enfermedad, nunca dejó de decir que el mundo era maravilloso, porque, según ella, “al mundo y a la vida hay que ponerle el color de la bondad de nuestra imaginación y eliminar de la paleta pictórica de nuestra mente los tonos sombríos y colores tenebrosos". Luego, naturalmente, solo habría que exclamar: ¡Qué mundo tan maravilloso! (Por cierto, alguien que la conocía muy bien fue quien hizo me llegar una versión al accordion muy parecida a la del vídeo de este enlace. Aquel "alguien" era su propio hermano Bernard). La versión del tema "What a Wonderful World" es la que interpreta el acordeonista Richard Noel (y no René, el acordeonista de La Seine, el que dedicó "Anette" a "La dama del Sena")

Si el "tema de amor" está presente en la todos los volúmenes de
la obra, su argumento lo está igualmente en el libreto. Como lo
están los guiños que sugieren las imágenes: París y El Sena, el
acordeón y los cafés, la escena idílica. Todo, nos hace pensar
que, por ello, "el mundo es maravilloso" y que "la calle del
adiós" es la leyenda de nuestra eterna evocación al pasado.

Pero, además, este "collage" podría sugerir el adiós de un
universo imaginado, en el marco de un fantástico cuento.
El segundo tema, el último de las más de 400 pistas de música distribuidas en 15 playlists“el bis de la definitiva despedida”, es el que sería siempre el botón de cierre de aquellos volúmenes en los que intentaba poner un adiós, aunque luego recuperase un nuevo encuentro. El tema es “La calle del adiós”, puede que… aunque no lo parezca (por aquel nostálgico “Encuentro en el Sena”) éste sea el tema de amor de toda esta colección de música que yo titulé “La música más hermosa del mundo”, pues desde el primer tomo musical, iniciado allá en el 2004, “la calle del adiós” representa el adiós de un universo imaginado, quizá en el marco de un fantástico cuento. El tema es el “Finale” de la BSO de “Hanover Street”, música original de John Barry. Es la versión más conmovedora, aunque, tal vez, la más ceremoniosa y solemne para un auténtico final de lujo musical. La belleza de esa interpretación lenta de la cuerda y de las notas de la melodía que marca el piano, además del apoyo visual de los fotogramas del film que protagonizan Harrison Ford y Lesley Ann Downconsigue de la pieza el mejor epílogo para “La música más hermosa del mundo”.
  
Ángel González "Rusty Andecor"

El artista, no importa si es pintor, músico o escritor,
impregna en su lienzo, el que tiene en su mente, las
formas y los colores que prefiere para su obra. Le
motiva la percepción de lo que ven sus ojos de
artista, de lo que refleja su subconsciente o de lo
que, tal vez, imagina en sus ensoñaciones.
Y aunque, como decía mi tocayo Ángel González, el poeta asturiano, “Te llaman porvenir porque no vienes nunca”, el adiós (y su "calle") es la invocación a la ilusión de esos "recuerdos del futuro" (la clave y tema de una parte de este post y volumen). Pues, aun estimando el sentido del humor de mi homónimo Ángel González en su cita, el futuro puedo o no llegar, pero su recuerdo siempre ha de estar en nuestra imaginación. Por otro lado, "el adiós" tiene su "calle" para dejar en ella la esperanza de un reencuentro con lo que dejamos atrás, o con quien dejamos allí, en el preciso momento de nuestra despedida.

Anatole France, el escritor francés, galardonado como nobel de literatura, dijo: “El porvenir es un lugar cómodo para colocar los sueños”. Por eso, deduje de esta genial frase, y así pienso yo, que "Siempre hay un hueco, en ese escenario futuro que añoramos vivir, para poner la sucesión de los instantes que anhelamos recuperar del porvenir y para recrear en él la pintura de la música que describe nuestros sueños". Porque... es fácil dejarse llevar por la ilusión del mañana, por la escenografía de los sueños, como también es fácil entregarse a "los recuerdos felices del futuro".
  
Las imágenes de las pinturas nos sugieren dos figuras representativas del argumento del transcurso de la
obra. La primera representa a "la niña del vestido blanco" en una de sus fantasías y en un momento en que
el "viejo mago" está a punto de llevársela a su cuento de hadas. Las otras dos, desde su apariencia
imaginativa, representan al personaje principal del libreto y de la sugerencia de su música:
"La belle dame de La Seine", unas veces, "La condesa" (o "la princesa Iris" del cuento), otras. Aunque, es la
transformación de la niña o "la dama vestida de blanco", la que vemos estas dos últimos óleos. (Por
cierto, el rostro original de la dama aparece en el post anterior, al final de la crónica)

(La primero pintura, de Sherree Valentine Daines. La segunda y tercera, de Konstantin Razumov)
¡Ahhh, los recuerdos… los de aquellos momentos que el pasado nos regaló! Pero… no importa que se quedaran allí, porque siempre podremos recuperarlos. Siempre hay un lugar en “ese escenario futuro que añoramos vivir”. Solo hace falta poner en marcha “el visor de antigüedades” y buscar la fotografía de aquella escena. Solo es preciso, además, ponerle un poco de música. Porque la música, especialmente la “más hermosa”, envuelve de magia el recuerdo de aquella secuencia de la vida. Cuando la contemplemos, quizá nos daremos cuenta que ya no estamos todos, que alguno se fue, allá muy lejos. Aún así, cuando veamos el encanto de esa escena, y observemos cada uno de nosotros, no podremos evitar el guiño de una sonrisa. Y entonces, nos sentiremos felices y satisfechos de haber vivido aquel instante.
  
Es la escena que encontramos en el "visor de antigüedades". Ya sé que no están todos y que alguno de los que
aparecen aquí, ya no están. Pero esa imagen está para siempre en el recuerdo, porque vemos que ninguno
puede disimular sentirse feliz y satisfecho del momento. Le hemos puesto la música más hermosa del mundo,
el lienzo de un bello recuerdo y nos faltaría el marco. ¡Qué mejor marco que éste, labrado y plateado.
Es una escena nostálgica del pasado, pero ahí queda como un "recuerdo feliz del futuro". 

(De izquierda a derecha: Tímoti, Blanqui, Juani, Luis, Blanca, Rusty (Ángel), David, Meme, Bolivia, Lili,
Conchi, Antonio, Rafael y Pachi)
El contenido de la publicación de este post literario musical se refiere a la primera parte del "Volumen 15" y último de "La música más hermosa del mundo". Contiene 9 referencias de películas, 21 referencias musicales, 4 enlaces con escenas de 4 diferentes filmes y 30 marcos de imágenes.